La loca historia del D.I.C.

"Deberíamos tener un día propio" dijo Maestruli al pasar, en un comentario. Ya ni recuerdo sobre qué estabamos hablando, porque en mi casa se empieza comentando sobre el texto y se termina conversando sobre cualquier cosa.
"¿Por qué no?" pensamos al unísono. Y en ese momento nacía el DIC.
Si algo caracteriza a este grupo, es la democracia. Por lo tanto todo fue sometido a rigurosa votación: Nombre, fecha, logo, antecedentes.
Y acá me detengo: el famoso caso del comentarista muerto.
Quien haya pasado por mi blog sabe que allí no se dicen cosas serias. La consigna estaba en escribir una historia trágica, lo más ridícula posible, para que no quedaran dudas sobre su falsedad. Y así lo entendió la mayoría de la gente que se fue sumando: muchos, muchísimos.
Afortunadamente también hubo quien no se dio cuenta. Y digo afortunadamente porque ellos contribuyeron a la difusión de nuestra idea. No hay mejor propaladora que un "supuesto enemigo". Robo una respuesta de Casciari respondiendo a un interrogatorio con sus comentaristas, sobre que opina de la gente cretina que no lo entiende: " Los cretinos entienden todo. Y los lectores que no entienden son un buen desafío."
Por supuesto que nunca existió tal muerte, la idea nos pareció divertida porque contenía mucha sangre y mucho morbo. Tampoco suponíamos que el DIC se volvería tan popular, en cuyo caso hubiesemos pensado algo peor.
Y así, con nombre, fecha, logo y antecedentes en marcha, dábamos nuestros primeros pasos.
El 15 de junio de 2007 nos encontramos. Fue tan inolvidable esa fiesta que si Feinmann hubiese concurrido, su frase sería "que bueno ser un pelotudo con blog".
Ahora se viene la segunda. Y va a ser mejor.